8 de marzo de 2010

Un poco de la vida de Fray Antonio Alcalde y Barriga

Fray Antonio Alcalde y Barriga, fundador del Hospicio Cabañas.
En las tierras llanas y pobres de la provincia de Castilla la Vieja, en la pequeña villa de Cigales, Obispado de Vallodolid, nació el niño Antoncio Alcalde y Barriga, en el seno de la familia con gran sentido religioso que se dedicaba al cultivo del trigo y al cuidado de los sarmientos.
Nació el 14 de marzo de 1701, y muy pronto quedó huérfano de madre. Su padre, José Alcalde Hervas, por ser descendiente de cristianos nuevos, le inculcó con su ejemplo un profundo sentido religioso, el apego a la tradición de la familia, el amor a la naturaleza, la honradez, la generosidad y el respeto hacia los demás.
La influencia de su padre y de su hermano paterno, Antonio Alcalde Hervas, cura y preste de la parroquia de Cigales, fue un factor determinante para que Antonio Alcalde y Barriga sintiera la inquietud de abrazar la carrera eclesiástica. En 1717, a los 16 años de edad, ingresó al convento de San Pablo de Valladolid, en donde tomó el hábito de dominico. Varios años después, en 1725, se ordenó de sacerdote; posteriorente, y durante más de 30 años, se dedicó a enseñar artes, filosofía y teología.
En 1744 fue nombrado prior del convento de Santo Domingo en Zamora, en donde fue aceptado como lector de teología. Diez años después, en 1754, fue nombrado prior y vicario del convento de Jesús María de Valverde. En 1755 recibió el título de maestro en teología.
Fue precisamente en 1760, cuando en una visita que le hiciera el rey Carlos III, éste le adjudicara a Fray Antonio el mote de "Monje de la Calavera". Un año despúes, recibió el nombramiento de prior del convento de la Santa Cruz de Segovia.
Durante 34 años, logró consolidaar su formación religiosa y humanística, lo que le permitió comprender en toda su magnitud los cambios culturales, políticos y económicos de la España y la Europa de su tiempo. Esos conocimientos y sus experiencias fueron muy útiles cuando llegó a tierras del Nuevo Mundo.
Fue tanto su fervor hacia la guadalupana, que cuando fue nombrado obispo de Guadalajara, escogió ese día para arribar a esta ciudad el 12 de diciembre de 1771. Otras de obras fueron posibles gracias al trabajo de los religiosos y seglares que se unieron a la cruzada, que combatía a la pobreza y la ignorancia.
En noviembre de 1770, Fray Antonio viajó a la ciudad de México para asistir al IV concilio provincial convocado por el cardenar y arzobispo Francisco Antonio Lorenzana, estando ahí le fue notificado su nombramiento como obispo de la diócesis de Guadalajara de Indias, por lo que ya no pudo regresar a Mérida. Fue recibido con gran fiesta tanto por la comunidad religiosa como por el resto de la sociedad tapatía.
La ciudad tenía entonces una población que oscilaba entre los 15 mil y 20 mil habitantes; pocas calles estaban empedradas y las más eran de tierra aplanada. Al ingresar a su nueva diócesis, el fraile contaba con 70 años, no obstante, recorrió 400 de la ciudad de México a Guadalajara, en 3o días a lomo de mula y en carretera.
La traza de Guadalajara era la de una verdadera ciudad, la cual atrevesaba por un period de auge económico, agrícola, ganadero y minero.
Una de las ideas fundamentales que difundió Fran Antonio fue la de señalar que si bien las leyes civiles toleraban la esclavitud, esta condición era reprobable, ya que de acuerdo a la filosofía cristiana todos los hombres en esencia son iguales y nadie está autorizado para someter a otros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi pequeña Regina, fray Antonio no hizo el Hospicio Cabañas (fue el obispo Juan Ruiz de Cabañas y Crespo), fue el creador del hoy llamado Hospital Civil viejo. Arturo Carreño