20 de junio de 2012

¿Es posible olvidar? Parte 2

Olvidar, perdonar, ¿por decreto?
¿Puede una victima de atrocidades olvidar el pasado?  Esta pregunta fue planteada por Virgil Elizondo, presidente del Centro Cultural Mexicano-Estadounidense de San Antonio, Texas, y refleja que tales actos pueden dejar una huella indeleble en la memoria colectiva.  El genocidio de los armenios (1915-1923) y las matanzas de camboganos (1975-1979) también deben incluirse en la lista de horrores del siglo XX, pero aún así no esta completa, ni mucho menos.

En un intento por promover la reconciliación entre victimas y verdugos, los dirigentes religiosos y políticos a veces han instado a la gente a olvidar las afrentas sufridas.  Así ocurrió en Atenas en el año 403 a. C., "a ciudad acababa de vivir el fin de la dictadura opresiva de los Treinta Tiranas, oligarquía que había aniquilado a casi todos sus adversarios.  Los nuevos gobernantes trataron de restablecer la armonía civil decretando una amnistía(en griego significa: olvido, pérdida de la memoria) para los partidarios de la anterior tiranía".

Resulta relativamente fácil eliminar por decreto los recuerdos de las brutalidades, en algunas ocasiones los gobernantes deciden hacerlo pro conveniencia político, como sucedió en Grecia y en varios países europeos al finalizar la guerra.  En Italia, se concedió amnistía en 1946 a más de 200 mil ciudadanos "culpables de haber participado, de manera más o menos relevante en los delitos del régimen fascista", publicó el diario La República.

No obstante, lo que deciden los gobiernos o las instituciones públicos es una cosa, y lo que siente cada persona, otra muy distinta.  Obviamente es difícil para los sobrevivientes olvidar a los seres queridos muertos en una guerra o en otras barbaries como las guerrillas o los enfrentamientos con narcotraficantes; sin embargo, la mayoría de los que procuran recordar las masacres y los genocidios lo hacen con la esperanza de que las lecciones aprendidas de sus propios sufrimientos y de los seres queridos sirvan para evitar que se repita el salvajismo.

El papa Juan Pablo II afirmó  en el cinuentario del fin de la II Guerra Mundial: "Con el paso del tiempo, los recuerdos no deben difuminarse, más bien deben ser una lección severa para nuestra generación y para los futuros".

¿Por qué recordar?

Con el firme propósito de que los genocidios del siglo XX y del pasado histórico en general sirvan de lección y advertencia a las nuevas generaciones, se han abierto lugares como el Museo en Memoria del Holocausto, en Washington, D.C., y en el Museo de la Tolerancia Beit Hashoah, en Los Ángeles, California.  Por la misma razón se han producido miles de metros en pletaje para documentales y películas emotivas sobre el tema.  Todas estas medidas están encaminadas a evitar que la humanidad olvide a quienes han sufrido a manos de otros.

"Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo", escribió el filósofo hispanoamericano Jorge Suntayana. Desgraciadamente, parece que con el transcurso de los milenios la humanidad han olvidado rápidamente su pasado, condenándose a cometer los mismos errores crasos una y otra vez.

Es interesante observar que olvidar y perdonar no siempre se consiguen, pues un dicho reza que:  "cometer errores en humano, perdonar es divino".

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