28 de mayo de 2010

La “excusa de los abstractos”

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Al comentar estas ideas con una amiga surgió el cuestionamiento - casi obvio - acerca de cual era el punto de cruce, la línea divisoria que nos permitiera establecer donde estaba el “arte” y donde las “relaciones humanas”, donde empezaba uno y terminaba el otro, si eran terrenos excluyentes o incluyentes. El cuestionamiento es válido ya que se acostumbra conceptualizar, categorizar, organizar y dividir - tal vez por un asunto de sobrevivencia emocional - las expresiones de las experiencias para poder referirse a ellas con la “distancia adecuada”, “objetiva” si se quiere, todo con tal de no “confundirse”, que a mi parecer es más un “involucrarse”, con todo lo que ello implica en cuanto compromiso y conocimiento del otro y sobre todo el miedo a salir “perjudicado” (involucrado) del asunto.

Este referirse a cosas que de verdad nos tocan a través de los abstractos es quizás un modo un tanto hipócrita pero cómodo para poder afrontar esas experiencias, el cercenar la experiencia íntegra de este vivir es la forma acomodaticia y funcional (ya que estamos tan especializados) más “sana” para enfrentar el citado “problema”.

Respecto de este cuestionamiento y de su relación con la fotografía, creo en ella y la relación humana que implica como una relación que en si es artística porque no responde sólo a mirar y vivir este “arte” como un producto derivado de.

Existe una “huella”, un representante que puede ser visto como un producto pero también existe un proceso, una huella intangible que es mucho más valiosa en términos humanos y de la experiencia. El arte es este proceso que corre de modo paralelo, es también la relación y la huella de esta, es lo efímero en cuanto proceso en el tiempo a la vez que infinito por dentro si uno lo permite, es la “desmesura” de involucrarse hasta “tocarse”, aminorar ilusoriamente la distancia vital y aventurarse no sin miedo a dejar una huella de que el abstracto del arte es también una buena excusa para estar con ese otro que de algún modo uno desea.
Rodrigo Mancilla González
Poeta – Fotógrafo

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