"Las gotas acariciaron la ventana. Entre sus roces, la brillantez del cielo traspasaba íntimamente entre las cortinas para acobijarme junto a la pared. No abri los ojos ante la clara luz blanca de la mañana, pero mi cuerpo me levantó, fue a la cocina, tomó un vaso de leche, cuatro galletas rellenas de chocolate y mi mano las remojó para mi boca adormilada. Volvimos a la cama mi cuerpo y yo. Los pies sin calcetines, se enrollaron con las sabanas tibias, como en un vientre que reposa. Miré a la calle con mis oídos y perdido abrí la ventana. Penetró el olor de la tierra mojada y junto con la suavidad de la franela, mi cuerpo entero se puso a vibrar por el tamborífico latir de mi corazón hasta llegar la mañana siguiente, que esperábamos, también fuera lluviosa".
Abidán Salinas
ORIGEN
Revista Literaria
Año 1 No. 1 Abril 2010
P.p. 27
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