Las damas egipcias adineradas se valían de muchachas esclavas para vestirse y maquillarse.
"Se mezcla hiel de buey, polvo de huevos de avestruz y trigo germinado y se amasan con un fluido viscos"
No sería raro pensar que está es la receta de un plato nauseabundo, o incluso algún tipo de poción mágica. Pero en realidad se trata de la formula egipcia para una mascarilla facial destinada (según el papiro de Ebers, manuscrito medico de 1550 a.C.) a "acabar con las arrugas del rostro". Al parecer, entonces como ahora, la gente quería parecer más joven de lo que era, y nos han llegado otras muchas recetas para embellecer el cutis. Se suponía que obraban milagros, y una de ellas aseguraba poder transformar a un viejo en joven. La miel y la leche -ingredientes que todavía se utilizan ampliamente en los cosméticos "naturales"- figuraban entre los remedios favoritos para los males de la piel.
En muchas pinturas de tumbas se ve a la mujeres egipcias con unos curiosos objetos cónicos sobre la cabeza. Eran pomadas que se obtenían mezclando flores con grasa y modelando la masa resultante en forma de cono. Durante la noche, a medida que la atmósfera se iba calentándose, la grasa chorreaba por su cara y nunca empapando la piel, para embellecer sus muy apreciados cuellos.
Las técnicas cosméticas mas perfeccionadas eran la de los productos de diferentes colores para los ojos, como el kéjel (kohl) a base de antimonio. Además de embellecer a quien los usaba, los cosméticos tenian un fin práctico. Las pinturas para los ojos nacieron en Egipto para protegerse del solo y las enfermedades oftalmológicas. Pero poco a poco, la salud empezó a pasar a segundo plano, y se dio mayor importancia al efecto de los colores.
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