El arroyo de los barriles

Cuentan los viejos moradores de Amatitán, que a principios del siglo XIX, existió en dicha población un famoso asaltante mejor conocido con el apodo de "El Chino Cardona" este famoso y temido personaje se dedicaba a asaltar diligencias con cargamentos de oro y plata, las cuales se dice pasaban por el Camino Real que se ubicaba por la parte baja del cerro y El Palvorín. Los cargamentos robados por el Chino y su banda eran transportados a sus guaridas de seguridad; que eran integradas por varios lugares, los más conocidos eran dos cuevas que están ubicadas en el cerro; La Primera es de donde nace un arroyo y la otra donde termina dicho arroyo, se dice que este asaltante en cada lugar que dejaba enterrado su oro, dejaba un guardián. Se cree que un hombre de no muy avanzada edad, un día fue su victima y lo escogió para ser el guardián de su principal centro de operaciones la cueva donde nace el arroyo, tras la muerte de "El Chino Cardona" aproximadamente por el año de 1864 comenzó a nacer una famosa leyenda conocida como: "El arroyo de los barriles", se relata que llegada la medianoche cuando el pueblo se viste de negro por la oscuridad de la noche, se escucha el sonido estruendoso de muchos barriles arrastrados por una gran corriente de agua que van chocando con las piedras del arroyo. Cuentan los que les ha tocado la desventura de escuchar esto, que el sonido es aterrorizante lo peor es que no se ve pasar nada, solo un hombre de gabardina negra montado en un hermoso caballo negro cuya figura es escalofriante, no se sabe con certeza si aquel famoso jinete es el mismo demonio o aquel demoníaco sonido desaparece cuando los famosos barriles repletos de oro y plata llegan donde se cree estaba su segunda guarida, al final del arroyo. Dicen que hay un elegido el cual podrá ser dueño de toda esta fortuna, la cual el guardia se la entregará sin ninguna condición por el contrario, si algún desventurado caza tesoros intenta desenterrario y no es el elegido el guardia lo matará para ocupar su lugar por toda la etrnidad, y así él poder descansar en paz.